viernes, 11 de enero de 2013

LA VIEJA CANCION - Porfirio Barba Jacob

TEMA: la juventud es como un bello libro 
de cuentos de hadas o de historias heroicas que leemos
 con emoción al calor de nuestra íntima hoguera...
Cuando la hoguera se ha extinguido y el libro se acaba,
¿Qué hacer sino suspirar?




¿Qué ha de hacer quien ignora el destino,
la razón de su pan y su vino,
y la clave de obscuro avatar?

Como el nórdico rey prisionero
de la vieja canción del trovero,
esperar... esperar... esperar...

Tal vez brinde un consuelo a sus cuitas
en la tarde de pompas marchitas,
la ventana que está frente al mar:

tal vez pueda en antiguo volumen
cuyos trazos los siglos esfuemen,
divagar... divagar... divagar...

En otoño de roncos acentos
que con lúgubres puños violentos
en las noches quebranta el pinar,
puede acaso por sendas de gloria
más allá de su patria y su historia
ambular... ambular... ambular...

Si hace frío en la sala desierta
entornando a su paso la puerta
y arrojando un buen leño al hogar.

él podrá como un rey del oriente
al influjo del libro sapiente,
delirar... delirar... delirar...

Y fingir que entre chusma bravía
de remotas edades, un día
fue un castillo roquero a escalar:

y que vieron atónitos ojos
una espada entre humanos despojos
cintilar... cintilar... cintilar...

O más bien que en la paz de la vida,
por la senda de lauros mullida,
fue una rubia princesa a buscar...

Mil lanceros formaban cohorte...
(Y el palacio quedaba hacia el norte,
frente al mar... frente al mar... frente al mar...)

Mas ¿qué hacer cuando el libro concluye?
¿Cuando el sueño falaz se diluye?
¿Cuando muere la luz del hogar?

Sólo resta el recurso postrero:
como el nórdico rey prisionero,
suspirar... suspirar... suspirar...